Siguiendo con las historias de Salobral y recordando momentos
de aquella época tan difícil y tan dura para sus habitantes, llegamos a el deseado mes de abril ya que por entonces
los prados que se habían regado bien con el agua del rio Riofortes y se empezaba a apuntar los pastos tan
deseados por los ganaderos, a los cuales ya no les quedaban existencias de
piensos en los graneros para asistir las necesidades de su ganado y se contaban
los días que faltaban para la tan deseada fecha que seria a finales del mes de
abril. Aunque no siempre en esa fecha se apreciaba que esa deseada hierva fuera
tan abundante como para abastecer las necesidades del ganado, pero no había otro remedio que sacar las vacas a
los prados ya que en casa no quedaba ni un kilo de pienso y siempre sería mejor
aprovechar la escasa hierva que quedarse en los establos donde no quedaba ni
paja ni heno y mucho menos cereales. Los pastos
se aprovechaban en comunidad y cada ganadero aportaba el número de
cabezas que le correspondía según la extensión de su propiedad y así se formaba
un gran número de vacas las cuales eran guardadas por un vaquero que
contrataban los ganaderos para este menester. El ganado se encerraba por la
noche en una corraliza común y por la mañana a primera hora el vaquero se
encargaba de sacar el ganado a pastar aproximadamente a la seis de la mañana
hasta las diez de la mañana que volvería a encerrar en dicha corraliza. A las
diez de la mañana cuando las vacas venían de pastar era el momento de “engancharlas”
al yugo y el arado para preparar los
barbechos, faena muy importante para los agricultores que preparaban las
tierras para la sementera próxima allá por el mes de Septiembre y Octubre. Esta
faena de labor duraría hasta las cuatro de la tarde cuando las vacas se volvían
a soltar para pastar con el resto de sus compañeras. Gracias a la rusticidad de
estos animales bovinos se produjo el milagro de reducir el hambre y la miseria
de aquella época, los años de la mitad
del siglo pasado.-
En la provincia de Salamanca en los lugares mas alejados de las sierras, el ganado se alimentaba principalmente con piensos y forrajes procedentes de las zonas de regadío. En invierno además del pienso la alimentación consistía en alfalfa seca, pulpa, remolacha o coles.
ResponderEliminarLoa años cincuenta y sesenta fueron tiempos difíciles.
Saludos.
Y tan dificiles amigo Helio. Veo que conces bien el tema, pero los de la provincia de Salamanca podian sentire muy afortunados al contar con esos regadios donde producian esos forrajes a los que aludes en tu comntario, pero aqui en la llanura del Valle Ambles solo habia secano y mas secano y unicamente se podia regar los prados proximos al rio Adaja y no todos. Verdaderamente eran tiempos muy dificiles.
ResponderEliminarUn saludo amigo.-